De puertas abiertas, ancladas en el territorio y con ludotecarios capacitados y con recursos, así deben ser las ludotecas; para ello se requieren que estén establecidas en las políticas públicas. Esos son los aprendizajes a partir de las experiencias y los planteamientos de los expertos presentes en el encuentro.
El VII Encuentro Internacional de Juego, Educación y Ludotecas: Entornos Protectores para la Infancia, convocado por la Corporación Juego y Niñez en alianza con la Universidad Minuto de Dios (Uniminuto), dejó varios aprendizajes a quienes están en el fascinante mundo de las ludotecas y a los países comprometidos con ellas.
Al encuentro asistieron expertos en la temática de Argentina Sudáfrica, Brasil, España, Uruguay, México, Brasil y El Salvador, así como de diferentes zonas de Colombia, para conversar con 350 ludotecarios y maestros de diferentes regiones del país.
Los ponentes internacionales y algunos de los nacionales también tuvieron la oportunidad de reunirse con altos funcionarios de los ministerios de Educación y Cultura, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Presidencia y el Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) para explicarles la importancia del juego en el desarrollo de las competencias emocionales, sociales, éticas y creativas en los seres humanos y, por tanto, el invaluable papel de las ludotecas.
En esa charla, así como a lo largo del encuentro, fue evidente que “el juego es importante porque le abre las puertas a la imaginación y la posibilidad de imaginar es la base de cualquier postura política”, como señaló en repetidas oportunidades el profesor argentino Víctor Pavía, conocido en diferentes partes del mundo por haber dictado talleres para promover el juego, y no cualquiera juego, el que es verdaderamente lúdico, el que permite a los niños imaginar y crear su propio modo de jugar.
La brasileña Angélica Sátiro, doctora en pedagogía, magíster en Creatividad Aplicada y experta en filosofía para niños, quien está radicada en España desde hace varios años, insistió en que “jugar a pensar desde lo lúdico es acceder a varios niveles de pensamiento necesarios para formar mejores ciudadanos y más participativos. Nos debe interesar que la infancia pueda participar y para eso debe tener criterio. Nos interesa formar una ciudadanía creativa”, dijo.
Para los expertos que participaron en el encuentro esas son las razones por las cuales las ludotecas tienen un papel clave en la cohesión social y la creación de comunidades. Por un lado, permiten a través del juego desarrollar competencias socioemocionales (dialogar, negociar, conciliar, entender al otro), creativas (ver las situaciones de otra manera y encontrar nuevas formas de solucionar problemas) y éticas (valores como la solidaridad, la empatía, honestidad). Por otro, abren sus puertas de manera inclusiva sin importar raza, religión, edad, sexo, partido político. “En las ludotecas se cultiva el civismo y la comunidad, el aprendizaje de valores fundamentales como la solidaridad y la tolerancia, y el sentido de pertenecer a un lugar y a un colectivo”, explicó Ramón Vilchez, licenciado en pedagogía y responsable del programa de las ludotecas catalanas, la innovación social y el programa del pueblo gitano en Cataluña (España).
Sin embargo, no cualquier ludoteca logra esto. Ni todos los espacios que permiten jugar pueden ser considerados ludotecas. “Las ludotecas no son el montón de juegos y juguetes que la gente cree, tienen un trasfondo. Nos estamos moviendo hacia la profesionalización de los espacios y de los ludotecarios, porque de lo contrario son jugueterías”, explicó Mónica Juárez, de la Asociación Internacional de Ludotecas (ITLA).
Monica Stach, de las ludotecas de Sudáfrica y miembro del consejo directivo de ITLA, mostró cómo en su país las ludotecas tienen esa función e incluso forman parte del sistema educativo de manera informal por la falta de recursos de la nación: “son espacios de creación de diferentes acciones. Por un lado, permiten que los niños fluyan en su desarrollo desde el juego. En Sudáfrica el 80% de los niños no tienen oportunidades de aprendizaje. No tienen libros, rompecabezas y otros elementos hasta que llegan al primer nivel de la educación, por eso la educación está rezagada. En las ludotecas los niños juegan y tienen esos elementos y así pueden mejorar su educación. Por otro, los padres de familia tienen un alto nivel de involucramiento. El desempleo en Sudáfrica es del 26 %, ellos se rotan diferentes funciones y así logran un ingreso, pero además obtienen herramientas para mejorar su crianza”.
Finalmente, Elsa Escalante, de la Universidad del Norte (Barranquilla), insistió en la necesidad de hacer seguimiento y evaluación a las ludotecas para garantizar su calidad como entornos protectores. En su concepto esto se inicia con contar con indicadores base de calidad, que además midan por separado la calidad del proceso pedagógico y los estándares de juego. Algo que se está explorando en un proyecto piloto en Ciénaga (Magadalena), el cual sigue orientaciones que han producido Unicef, Banco Mundial y Unesco. “Es claro que debemos darle realce al juego en esas mediciones. No puede ‘pedagogizarse’ tanto el juego que se pierda la experiencia y la esencia”, señaló.
A continuación, el resumen de las lecciones sobre ludotecas que dejaron los expertos.
Deben estar ‘ancladas’ a su territorio: Vilchez insistió en que las ludotecas deben involucrarse en la comunidad y no solo en “su” comunidad”, esa que se va formando con los niños y las familias que las frecuentan. “Juego como juego ya hay muchos servicios que lo dan, para que estén sentados los niños, para que estén guardados. En cambio el juego como calidad de vida, lo dan las ludotecas, pero lo debe hacer con el entorno. Si se encierran en sí mismas son desconocidas. Las ludotecas han de participar en programas de barrio, en la acción comunitaria. ¿Por qué las Iglesias que quedaron marginales? Porque no participaron en la acción comunitaria. Cuando se abren, la comunidad se va incorporando y va incorporando nuevas acciones, nuevas características y se hacen grandes.
Por su parte, Lidia Arrousi, del programa de Juegotecas de Barrio de la ciudad de Buenos Aires (Argentina), señaló que las ludotecas deben tener un marco, unos lineamientos, “pero deben trabajar con y para el territorio. Para ello deben realizar alianzas con otras organizaciones, con colegios, asociaciones. Gestionar recursos que les permitan funcionar para la comunidad”. De igual forma, deben idear maneras de llegar a todos los sitios donde están niñas y niños y sus familias con las ludotecas móviles.
Ludotecarios deben formarse: para cumplir con las diferentes funciones señaladas, los ludotecarios deben tener las capacidades y herramientas adecuadas, lo cual se logra con una formación constante y con recursos materiales y financieros. Los ludotecarios no pueden relacionarse con los niños y sus familias, anclarse en la comunidad y el territorio y además lograr que sus ludotecas sean entornos protectores para niñas y niños si no tienen los elementos para hacerlo. Además de ello debe asegurarse su continuidad. Actualmente es frecuente que tengan contratos por unos meses y que sean cambiados de manera frecuente, con lo cual se van perdiendo las capacidades instaladas en territorios.
Las ludotecas deben innovar: Vilchez aseguró que para permanecer y cumplir con sus objetivos, además de abrirse a la comunidad, las ludotecas deben cambiar sus dinámicas, innovar. “Por ejemplo, hay ludotecas que solo hacen juegos de mesa y entonces solo vienen los adolescentes, pero si solo vienen niños de 12 años, qué pasa con los de 0 a 8. ¿Y si solo vienen los niños que tuvieron una cultura de juego de mesa en casa, qué pasa con los demás? ¿Y qué pasa con los que juegan nuevas tecnogías, por qué no pueden participar? ¿Y los que juegan juegos al aire libre? Todos esos juegos tienen que entrar a las ludotecas.
Deben estar establecidas en la política pública: para que el juego sea tomado como un asunto serio, las ludotecas deben contar con lineamientos y recursos que les aseguren sostenibilidad y el cumplimiento de unos indicadores de calidad, algo que no puede depender de la buena voluntad de los mandatarios de turno. Por ello las ludotecas deben estar en la política pública, como ocurre en Cataluña y en Brasil. “El Decreto de Ludotecas reafirma la necesidad de dotar de un marco legal que regule y fortalezca el sector con las máximas garantías”, señaló Vilchez. En el caso de Brasil, los hospitales que tienen pediatría están obligados a contar con ludotecas para los niños internados. “Colombia y Brasil han pasado por situaciones fuertes de violencia y las ludotecas permiten tener una forma diferente de relacionarse”, aseguró María Cecilia Malta, de la Asociación de Ludotecas de Brasil.
En este video, los panelistas internacionales y los organizadores del Encuentro explican por qué es importante para Colombia tener un encuentro del juego y de las ludotecas: