Crianza amorosa más juego para familias

¿Qué pasa en la vida de las niñas y niños cuando son violentados?

Antes las agresiones psíquicas o físicas las niñas, niños y adolescentes se sienten indefensos, desprotegidos, impotentes, se ve afectada su autoestima y su relación con el mundo será desconfiada y temerosa.

El miedo que provoca la violencia les vuelve inseguros, les impide la empatía, les deforma los valores, la conciencia y restringe su autonomía. Sumado a esto, el maltrato hace que la sensación de agobio, angustia, dolor, tristeza, cansancio se convierta en una constante y terminan aislándose o asumiendo la violencia como patrón de conducta en las relaciones humanas.

Reconectarse con la principal tarea de la crianza que es amar.

Reconocer a las niñas, niños y adolescentes como sujetos de derechos.

Elogiar y celebrar sus pequeños y grandes logros.

Orientar y corregir con firmeza pero siempre desde un trato amoroso y respetuoso.

Educar en el diálogo y la receptividad.

Escucharles con respeto, valorando sus ideas y puntos de vista.

Jugar con ellas y ellos permanentemente.

El juego es un medio y fin en sí mismo que desarrolla relaciones y vínculos de afecto verdaderamente significativos. En estas dos características radica su condición de factor protector, pero para comprender esto es necesario recordar que los factores protectores son las condiciones, situaciones, entornos, costumbres, prácticas y personas que contribuyen al desarrollo de las niñas, niños y adolescentes y que ayudan a reducir los efectos de situaciones de riesgo que puedan afectar su integridad y que vulneren sus derechos.

Las niñas, niños y adolescentes que juegan en familia sienten que viven en un ambiente de confianza y seguridad que les permite avanzar como sujetos de derecho; que les da un lugar legítimo y real para participar activamente y está lleno de afecto y respeto. Es necesario decir que una familia que propicia y facilita el derecho a jugar de las niñas, los niños y los adolescentes es un hogar que ofrece un entorno afectuoso y respetuoso del derecho a jugar que es una experiencia vital para el desarrollo humano.

 

 

Además, el juego es el lenguaje contrario a la violencia porque mediante su práctica niñas, niños y adolescentes encuentran la mejor forma de relacionarse con sus pares y con las personas adultas que cumplen la responsabilidad de cuidado, protección y educación, comprendiendo el mundo que los rodea y aportando a su transformación.

El juego trae a la vida alegría, disfrute, la posibilidad de nuevos encuentros, el conocimiento, y valoración de sí mismo y de la vida, actuando como antídoto a las tendencias violentas que el ser humano puede tener (CJN, 2020, p. 22). Y, finalmente, si de algo protege el juego y que en definitiva es fundamental en la vida, es de la imposibilidad de ser felices. 

 

Cuando las niñas y los niños logran desarrollar a plenitud estas dimensiones se dotan de habilidades emocionales, corporales, comunicativas y cognitivas que les permiten sortear y gestionar las diferentes situaciones que se les presenta en la vida cotidiana de manera segura, tranquila, asertiva e identificar riesgos que ponen en peligro su integridad, agenciando su desarrollo de manera armónica y plena, por supuesto con el acompañamiento y garantía  de sus derechos que deben darles la familia, el estado y la sociedad.

Estamos seguros de que muchas personas adultas añoran los juegos que disfrutaban en su infancia, su recuerdo está ligado a momentos felices, a largas horas de diversión, de unión y de alegría, a los mejores recuerdos con los hermanos , primos, vecinos y por su puesto, a los mejores amigos.

Si esos momentos fueron tan importantes en nuestra infancia, ¿Por qué no ofrecerles y permitirles a las niñas, niños y adolescentes espacios de juego en la casa para construir experiencias verdaderamente significativas e importantes?

Aquí te presentamos algunas alternativas de juego en familia:  

 

Aprovecha este momento en el que la familia esta unida para que propongas juegos sencillos y en el que todos puedan participar. Las mejores ideas pueden nacer de los niños y las niñas, seguramente si te dejas guiar , encontrarás la oportunidad para acercarte, conocerlos,  establecer confianza y darles la oportunidad de proponer.

Algunas ideas pueden ser:

 

Prepara el ambiente. Busca una noche en la que todos estén en el hogar. Dispón la sala, el comedor o cualquier rincón de la casa. También pueden elegir el dormitorio principal y acomodarse todos sobre la cama, que, por ejemplo, en ese momento podría convertirse en un gran barco, en un avión o en un globo.

Alguna ideas pueden ser:

 

Con los cambios urbanísticos en las grandes ciudades, los patios y en general las casas tienden a desaparecer ante el surgimiento de viviendas en conjuntos cerrados de apartamentos; sin embargo, en muchas poblaciones colombianas el patio continúa presente y es en ese sitio donde la familia tiene la posibilidad de compartir diferentes actividades, entre ellas el juego.

Algunas ideas para jugar en el patio:

 

Jugar en familia siempre será una gran oportunidad de generar vínculos, conocerse mejor, identificar talentos y capacidades y sobre todo de ser muy felices.

Aquí te presentamos otras posibilidades de juego:

 

El enfoque de género, es una herramienta que nos permite analizar cómo las construcciones sociales de ser hombre, mujer, niña o niño, producen desigualdades por las diferencias sociales, biológicas y psicológicas de hombres y mujeres de acuerdo al sexo, la edad, etnia o condiciones económicas. Para niñas, niños y adolescentes y sus familias, este análisis amplía nuestra mirada sobre diversas situaciones que pueden limitar la garantía de sus derechos, y también orientar las acciones hacia la generación de condiciones más equitativas que garanticen su calidad de vida. Entender que los niños y niñas son son sujetos de derecho, implica también reconocer que son plurales y diversos, y en su vida están presentes diferentes variables que los definen. Cuando identificamos sus realidades desde este enfoque, podemos trabajar para garantizar la equidad de género, comprender y valorar sus diferencias, para así desde la crianza, garantizar sus necesidades y amarlos en la diversidad que todos los seres humanos tenemos.

La crianza amorosa es un proceso vital donde una persona adulta, mujer o hombre, en su rol de madre, padre, tío o tía, abuela o abuelo, se relaciona con niñas, niños y/o adolescentes, generan vínculos que buscan educar y orientar su crecimiento desde la creación de lazos de solidaridad, amor, juego y compresión. La crianza puede variar de acuerdo con el contexto y la historia familiar.

Este enfoque nos permite identificar las situaciones donde, en su mayoría, niñas y jóvenes  pueden vivir violencias por su condición  de género, o a los niños se les restringe su desarrollo integral por los estereotipos asociados a lo que es ser hombre; de igual forma podemos reconocer las diferencias en las poblaciones consideradas histórica, social y culturalmente como minorías o minoritarias, por ello es de vital importancia identificar estas realidades de cada territorio. 

 

La crianza amorosa es una gran labor que no está dada biológicamente, si bien las mujeres tienen la posibilidad de maternar y llevar el proceso de la gestación, los hombres también tienen una gran responsabilidad en su ejercicio de paternidad, en el cual deben fortalecer prácticas de crianza que permitan el desarrollo integral y amoroso en un camino que inicia en el embarazo y continua con la primera infancia. El cuidado se aprende y construye, no debe recaer sobre una sola persona en la familia.

Desde un enfoque de género, la crianza amorosa implica reconocer que las niñas y niños tienen un valor prioritario en la sociedad, dejar de reconocerlos como menores, creer que sólo por ser adultos tenemos la razón, y cambiar el enfoque desde la carencia para aceptar y ampliar sus potenciales, propuestas e ideas que día a día se pueden fortalecer con el acompañamiento amoroso de cuidadoras y cuidadores.