El experto Ramón Vilchez viene desde España al VII Encuentro Internacional de Juego, Educación y Ludotecas: Entornos Protectores para la Infancia. Antes de su llegada a Colombia compartió algunos conocimientos sobre cómo acercar el juego a determinadas comunidades.
Los expertos y estudios señalan que el juego es clave en el desarrollo humano. Ramón Vilchez, licenciado en pedagogía y magíster en formación de adultos de la Universidad de Barcelona, no es la excepción. Por ello invita a maestros, padres de familia, autoridades locales y a quienes tienen a cargo las políticas públicas a superar algunas ideas que se tienen con respecto al juego. A comprender que el juego y las ludotecas son espacios donde se logran intercambios culturales y de integración de comunidades vulnerables.
Eso es lo que ha visto en Cataluña donde es miembro del panel de expertos del órgano de gestión del proyecto ‘Estrategias de inclusión y cohesión social para la educación en Europa’ y responsable del programa de ludotecas catalanas, la innovación social, y del programa del pueblo gitano.
Este experto, que trae de España su saber y conocimiento al VII Encuentro Internacional de Juego, Educación y Ludotecas: Entornos Protectores para la Infancia, antes de su llegada a Colombia compartió tres elementos que considera relevantes para acercar las ludotecas a las etnias y comunidades vulnerables y de esa manera lograr cohesión social.
Explica que, comunidades como la gitana que han sufrido persecución, discriminación y racismo, desarrollan una resistencia que las hace pensar y sentir que las niñas y los niños están más seguros dentro de su comunidad.
“Se entiende que hay unos valores que el resto de la sociedad no va a comprender y respetar en el cuidado de sus pequeños. Esta idea, no exenta de razón tristemente en muchos casos, es la que como profesionales debemos trabajar para superar las barreras que pueda haber entre una minoría o grupo vulnerable y nuestras ludotecas”, afirma el experto.
El primer elemento que destaca Vilchez es llevar a cabo una sesión informativa en la comunidad sobre los beneficios del juego en el desarrollo de la niña y el niño. Esto ayuda a promover la curiosidad e interés en este ámbito, puesto que todos los padres y madres desean lo mejor para sus hijos. Su equipo, por ejemplo, ha contado con una experta en sicología de la educación y neurociencia.
El segundo elemento es incorporar profesionales de la comunidad con la cual se va a trabajar. La incorporación de estas personas como educadoras da varios mensajes a la comunidad lo cual favorece el acceso y la comunicación con las familias y promueve la ocupación de las minorías. “Es importante que los equipos sean interculturales, no solamente de la minoría a la que se atiende. La interculturalidad promueve la igualdad de las diferencias y la convivencia”, agrega el licenciado.
Como tercer elemento está incorporar la participación de la comunidad en la ludoteca. Teniendo en cuenta que hay varios niveles de participación de familiares-comunidad: informativa, consultiva, decisoria, evaluativa y formativa.
“En nuestro caso, la apertura del espacio a la comunidad gitana en participación formativa es la que mejores resultados nos está dando. La comunidad entra en el espacio a participar del juego-actividad de los pequeños y también recibe formación para sí misma. La ludoteca se convierte en un espacio comunitario que responde a las necesidades de la comunidad”, dice.
Asegura que en ese espacio, la comunidad ve como sus niñas y niños se desarrollan de manera positiva y, al mismo tiempo, pueden mejorar sus competencias, teniendo en cuenta que presentan una importante desigualdad educativa respecto a la sociedad mayoritaria. Es fundamental que esta participación sea igualitaria, sin paternalismos. La persona perteneciente a una minoría percibe inmediatamente la jerarquía o desigualdad, lo cual la aleja inmediatamente de espacios de participación voluntaria, como lo es una ludoteca.
Ideas para cambiar
Vilchez asegura que existe un mensaje que los profesionales deben esforzarse en difundir a las familias y a la comunidad en general: “el juego favorece el desarrollo humano y el aprendizaje, puesto que impulsa la interacción del sujeto con su contexto y con otras personas”.
Además, invita a superar la idea que se tiene del juego como solo entretenimiento y la idea de que hay un momento para jugar y otro para aprender. Para lograrlo, dice, es relevante la formación. “Es importante dotar de la formación necesaria a los profesionales de las ludotecas para que favorezcan entornos de aprendizaje en valores (no violencia, por ejemplo), sentimientos (amistad, solidaridad, etc.) y también en aprendizaje instrumental”, concluye.