En el caso de la categoría de Inclusión para la primera infancia, esta identificó experiencias que, desde el entendimiento de la diversidad por factores étnicos, de género, territorial, poblacional y de habilidades, favorezcan el desarrollo de niñas y niños en ambientes pertinentes a sus condiciones sociales, de salud, territoriales, económicas y culturales.
Las prácticas reconocidas en esta categoría fueron:
1. | Aprendiendo a Aprender de Nuestros Indígenas (Leticia, Amazonas)
En la zona rural del municipio de Leticia, con jurisdicción de la Asociación Zonal de Consejo de Autoridades Indígenas de Tradición Autóctono (Azcaita), nació la estrategia ‘Aprender Aprendiendo’. A través de procesos educativos niñas y niños de los pueblos ticuna, uitoto-murui y cocama tienen garantizados sus derechos fundamentales, sin que se afecte su cultura, tradición y valores ancestrales. Los sabedores y sabedoras de las comunidades son los protagonistas. Desde esta perspectiva, surgió un proceso contextualizado desde los saberes propios indígenas que logró integrarse con otros elementos importantes en el desarrollo integral de la primera infancia como la atención en salud, adecuada nutrición, cuidado y crianza. La estrategia hace posible, por ejemplo, encuentros con parteras y enfermeras, combinando el saber de la medicina tradicional ancestral y la medicina no indígena. |
2. | Tejiendo Saberes desde la Gestación: Tejiendo de Corazón (Usme, Bogotá)
Niñas y niños entre los 3 y 5 años de la zona rural de Usme tienen labores de tejido, escultura, pintura y transformación de materiales, que les ha permitido fortalecer su la identidad cultural y tener un mayor desarrollo de habilidades motoras y expresivas. Por ejemplo, a partir del reconocimiento de la oveja realizan el proceso de esquilado y luego aprenden sobre el tejido con la lana. Esta práctica es desarrollada por un grupo profesional de la Secretaría Distrital de Integración Social, conformado por nueve pedagogas infantiles y una trabajadora social. El equipo atiende de forma diferencial a madres gestantes y a niñas y niños en primera infancia, a partir de los lineamientos y las actividades definidas en el proyecto educativo, que fue construido en comunidad y tiene en cuenta las voces de las familias. Además, es sensible a las particularidades en razón del contexto y las condiciones de ruralidad. |
3. | Centro de Habilitación Integral para la Primera Infancia (Tunja, Boyacá)
El origen de las condiciones del 19,5 % de las personas con discapacidad reside en las etapas de preconcepción, gestación y parto. Una manera de contrarrestar esa realidad es con la atención profesional, lo cual hace el Centro de Habilitación Integral para la Primera Infancia en Tunja. El centro trabaja en la prevención con las mujeres gestantes y en el concepto de la plasticidad cerebral (capacidad del sistema nervioso para cambiar a partir de la interacción con el entorno) identificando entre los 0 y 6 años discapacidades leves, como lo pueden ser las del habla o de desarrollo psicomotor del sistema nervioso central. Cada profesional del centro trabaja con el niño o niña y su familia, pues la identifican como el mejor protector y terapeuta del bebé. El propósito: introducir a la niña y el niño con éxito a los demás espacios de la vida cotidiana. Se han diagnosticado a 800 niñas y niños. |
4. | Recreando Nuestra Cultura (vereda de Atánquez, Valledupar, Cesar)
En el corregimiento de Atánquez (Cesar) está el resguardo indígena de pueblo kankuamo y en él está el Centro de Desarrollo Infantil (CDI) Ausari Kuma, que desarrolla la propuesta ‘Cuentos Alrededor del Fogón’ para fortalecer, preservar y ransmitir las tradiciones y los saberes propios desde la primera infancia. Narrar alrededor del fogón ha sido una práctica familiar que teje la identidad cultural, por esto, en el CDI la recrean simbólicamente. A través del relato y la reflexión, niñas y niños van apropiando conocimientos y saberes de las artes y la medicina tradicional, así como los valores y principios de la comunidad. De igual forma, tienen contacto con la danza, la música de la gaita, las rondas tradicionales, los cuentos y las leyendas que los motiva a reconocer su cultura y a construir su identidad. |
5. | Atención Integral Comunidad Jiw ‘Naxaen Ba’ (Mapiripán, Meta)
En 2008, cerca de 1.000 indígenas jiws llegaron desplazados a Mapiripán (Meta). Este desplazamiento forzado provocó una crisis humanitaria que afectó a las niñas y los niños de las comunidades jiws, por lo cual el Gobierno Nacional reconoció que este grupo aborigen estaba en peligro de extinción. Para contrarrestar la situación, a través de acuerdos y articulación permanente con la comunidad, se comenzó a dar atención integral a niñas y niños jiws. De esa manera, se ha logrado recuperar el estado de salud y nutrición de las niñas y los niños, y las familias tienen la posibilidad de asistir a los centros de salud para llevarlos a los controles de crecimiento y desarrollo y mantener el esquema de vacunación al día. Todo esto con el acompañamiento de la Corporación Socioeconómica Manos al Desarrollo (Cormades). |
6. | Fortalecimiento de la Cultura en los niños y niñas del pueblo kamëntsá del resguardo indígena vereda La Menta (San Francisco, Putumayo)
La cultura occidental ha permeado los valores de las niñas, los niños y los adolescentes kamëntsás de La Menta (San Francisco, Putumayo), para prevenir la situación los hermanos Judy y Wbeimar Jacanamijoy construyeron una propuesta que unió a las familias y a todos sus miembros, desde las niñas y niños de primera infancia hasta las abuelas y los taitas. La idea involucró al Hogar Comunitario Nueva Generación. Así surgió el proyecto ‘Fortalecimiento de la cultura del pueblo kamëntsá en los niños y las niñas, a través del juego, las artes y la medicina tradicional’. La iniciativa tomó fuerza en 2017 y desde ahí se ha venido consolidando. Todo en pro de conservación de su cultura, por medio de sus mismas prácticas ancestrales como la música y la tradición oral. |