Hasta el corregimiento de Santana (Putumayo) llegó el equipo de la Corporación Juego y Niñez. Allí dejó huella como en los 13 municipios de este departamento donde estuvo con la estrategia Construyendo Juntos Entornos Protectores.
A quince minutos de Puerto Asís y a hora y media de Mocoa (Putumayo) está el corregimiento de Santana. Su única institución educativa es Ciudad Santana. Allí ofertan desde preescolar hasta bachillerato y estudian aproximadamente 400 estudiantes tanto del corregimiento como de las veredas aledañas. A esta institución llegó el equipo de la Corporación Juego y Niñez con una estrategia que logró conquistar a los niños, niñas, profesores y madres de familia participantes.
Una de las actividades de esta estrategia que marcó la diferencia fue un campeonato de fútbol. Mayra Alejandra Guevara, facilitadora de la Corporación Juego y Niñez, hizo que los niños, niñas, madres de familia y docentes participantes de la estrategia Construyendo Juntos Entornos Protectores Regional Putumayo de la institución se pusieran el ‘peto’ y comenzaran a jugar. Su objetivo era generar o fortalecer el vínculo afectivo entre madres e hijos.
Uno de los docentes que participó en el campeonato, como en las otras actividades y talleres de la estrategia, fue el ‘profe’ Juan Valdés, docente de octavo a once en el área de Castellano en esta institución educativa, quien desde el comienzo mostró interés por participar en la estrategia y estuvo siempre comprometido.
Lo motivó aprender cada vez más y llevar este aprendizaje a sus estudiantes de bachillerato, pues en esta ocasión la estrategia fue dirigida solo a un grupo de 12 estudiantes del colegio, en su mayoría de primaria, 15 madres de familia y 3 docentes.
La idea del campeonato, ideada por la facilitadora, funcionó. Además de que pasaron un rato agradable, logró explicar con los partidos la importancia de compartir con los hijos e hijas momentos de diálogo y juego, y cómo esto influye en los vínculos afectivos.
Una de las experiencias vividas después de estos encuentros deportivos, cuenta la facilitadora, fue el abrazo de un niño a su mamá. El niño abrazó a la mamá y le dijo: “gracias por jugar, yo no sabía que jugabas tan bien micro”. Esa expresión del niño y sus palabras tocaron mucho a la mamá, quien con esto ratificó la importancia de dedicar tiempo a los hijos.
“No es necesario comprar juegos caros o jugar mucho tiempo, sino brindar espacios y momentos de calidad y, si es a través del juego mejor, porque para los niños y niñas es valioso y se les queda grabado”, explica la facilitadora.
Con este campeonato, más otras actividades y talleres, se trabajó el módulo Vinculación Afectiva, uno de los más interesantes para los participantes, como ellos mismos se lo manifestaron a Guevara.
“Había mamás que hacía mucho tiempo no jugaban con sus hijos. Sirvió para compartir con los niños y demás personas. Me gustó que hubo unión y motivación. Se vio el entusiasmo”, dice el ´profe´ Valdés.
Un poco de la estrategia
Además de Vinculación Afectiva, la estrategia comprende otros cuatro módulos: Análisis Contexto, Derechos de los niños, niñas y adolescentes, Derechos sexuales y reproductivos, y Participación y ciudadanía.
Adicional a estos cinco módulos, en Putumayo se trabajó un módulo específico: Prevención del consumo de sustancias psicoactivas, al ser una de las situaciones más apremiantes del territorio, situación evidenciada en el análisis de contexto por los mismos participantes. En este análisis los participantes identificaron los riesgos y los lugares de riesgo para los y las menores al interior del corregimiento. Todos los módulos estuvieron acompañados de talleres y juego.
En esta oportunidad, la estrategia, en el marco del Contrato de Aporte 249 de 2017, entre el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y la Corporación Juego y Niñez, se implementó en los trece municipios del departamento del Putumayo. En total estuvo dirigida a 720 niños, niñas y adolescentes de 66 establecimientos educativos, 900 padres, madres y/o cuidadores y 180 docentes y/o agentes educativos.
“Se generaron escenarios de formación, reflexión y diálogo de saberes frente al rol parental en el entorno de la familia, se fortaleció el ambiente de cuidado para los niños, niñas y adolescentes y se promovió la construcción colectiva de nuevos aprendizajes para fomentar un espacio protector tanto en el hogar como en la escuela”, según la cartilla Construyendo Juntos Entornos Protectores Putumayo.
La experiencia del ‘profe’ Valdés
El caso de la Institución Educativa Ciudad Santana es una muestra de lo que se vivió en Putumayo con esta estrategia. Un conjunto de talleres y juegos con una razón de ser e impactos positivos para sus participantes (madres y padres de familia, niños, niñas y docentes).
Por ejemplo, el ‘profe’ ha ido cambiando algunas prácticas que tenía como docente, pero antes hay que señalar que normalmente la participación de los docentes es difícil, porque en la mayoría de los casos las instituciones educativas quedan en veredas y se les dificulta asistir a los talleres una vez finalizada la jornada escolar. Sin embargo, con el ‘profe’ Valdés fue diferente.
Desde el comienzo fue muy receptivo. Asistió a todos los talleres y su deseo de hacer parte de esta estrategia estuvo siempre presente. “Para mí fue importante y fue muy fructífero. Se llenaron las expectativas para mí y los participantes que estuvimos en los talleres que se hicieron acá. La gente estaba muy contenta. Se hacía teoría y práctica. Eso fue lo que más impactó en los niños. Se explicaba el tema y luego se hacían actividades sobre el tema”, explica el docente.
Con algunos talleres se dio cuenta de la importancia de escuchar a sus estudiantes, de abrir espacios para que manifiesten sus inquietudes y se les dé soluciones a sus necesidades. Dice que algunos casos los menores de edad manifiestan que no tienen una persona cercana a quién contarle sus inquietudes y necesidades.
“Como docente no solo es llegar a dictar la clase, sino que se deben dar unos espacios para que los niños y niñas cuenten las situaciones que viven al interior de las familias y ver cómo podemos ayudar. Esto me motivó y me dio más facilidad para entender la situación de los niños que van a la escuela”.
La estrategia como tal, abrió espacios para que los niños y niñas expusieran sus inquietudes, dieran a conocer sus vivencias e inquietudes. Se enfatizó en la importancia de escuchar a los niños, niñas y jóvenes, argumenta. Lo cual también impacta la parte académica de los y las estudiantes porque se establece más confianza, con el respecto debido, que les ayuda a formular preguntas sin temor.
Precisamente, el aspecto académico, según la facilitadora Guevara, fue uno de los resultados que se vieron con la estrategia, pues algunos niños que tenían dificultades académicas mejoraron su rendimiento.
Clara Romero participó con su hija de 6 años Shaira Sánchez. “Aprendí a ser más tolerante. Nos enseñaron cosas nuevas, como los entornos sanos y a compartir más. Aprendimos a ser mejores personas. También a hablar más con nuestros hijos para acercarnos más a ellos y que se sienten seguros”, dice.
Su hija, por su parte, mejoró su rendimiento académico. La facilitadora asegura que en parte fue por los talleres y las actividades que se hicieron. Su participación en clase también fue mayor.
Sebastián Chávez Pérez, de 12 años de edad, también fue participante de la estrategia. “Aprendimos a decir no, sobre el respeto del cuerpo, a respetar a los demás. Compartí más con los compañeros del colegio y me integré más”, dice el niño.
“Con los padres de familia también ha cambiado la situación. Me han manifestado que ojalá este programa se hiciera otra vez y pudieran participar más personas”, concluye el ‘profe’.